lunes, 30 de septiembre de 2013

Una peli graciosa.




I l'Hector diu: jo mai mai he desitjat fer un petó a la Judit. I afegeix: jo mai mai he desitjat que deixés el seu marit. Tothom em mira i ningú beu.

I aquell bar tan matinal se m'ha clavat al cor i ho reconec i faig un glop. I veig que tots riuen de cop però la Judit aixeca el got em mira i diu: jo mai mai no he pensat que seria més feliç al teu costat... I jo em congelo i ella beu.


Barcelona, noche de verano.

jueves, 19 de septiembre de 2013

"Es demasiado tarde para escribir sensato..."


En la oscuridad de la alcoba, embriagada por la música que hace palpitar los altavoces oigo unos pasos detrás de mi espalda, más allá de la entrada de este refugio de alcohol. De la misma forma los pasos, cada vez menos intensos, van cambiado el rumbo hacia mi izquierda, otra vez. Todas las noches la misma historia. Ni mis palabras ni las de nadie producen ya el mínimo efecto.

Cada noche, bajo el cielo, un bloque de pisos que bien podría ser de cualquier otra persona. Segundo piso, una familia un tanto desestructurada. Aunque las lágrimas no salgan a flote el resentimiento la carcome. Él hace su vida, la suya. Pero no hablo de ellos.

La cocina, su refugio. El paladar de los problemas, cuyas soluciones en realidad son agrandarlos todavía más si cabe. Se oyen ruidos, cajones abriéndose más que cerrándose. Golpes en el mármol, crujidos de cuchillos, tintineo de cubertería. De repente pero esperándolo, empieza a venir un olor a carne y tomate fritos, las grasas de la perdición.Una vez más, como siempre. Las bromas y gracietas de su gran actividad en el oficio le han convertido en un animal imparable, capaz de engullir cantidades insólitas para, poco a poco, ser más animal. Cuando alguién te insulte de la peor forma posible y derrames tu primera lágrima quizá podrás cambiar. Cuán equivocada estaba. Cayó tu primera lágrima de sinceridad, después de mi consuelo vinieron unas cientas más. Pero no fue suficiente. Cambiaré, hoy me has enseñado algo, ahora déjame solo, por favor. Si eso te lo hubiera dicho a las doce del mediodía en vez de a las 3 de la mañana, quizá hubieras podido resistirte un día entero. Pero ya no te importa cuánto crezca tu estómago a tus venticuatro años de edad, una pena. Una pena que, por tu poca voluntad, tu peso y tu enfermedad vayan en aumento.

Venticuatro años, 1,90 m, 140 kg.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Quise arder y acabamos siendo cenizas.



 Y dime que se espera después de una tormenta de verano, qué de lo único que se salva el mundo es de nosotros dos.

martes, 10 de septiembre de 2013



Cuando el paseo entre la oscuridad de la noche se alarga solo me siento esclava del paisaje gris. A nadie pertenezco, solo al viento. La música resuena en mis oídos deseosa de que alguien más pueda escucharla. Pero no hay nadie. La noche hace que los hombres vuelvan a sus casas y a mi me incita a salir. Miro el cielo, no hay estrellas en Barcelona… y mis ojos delatan el resentimiento más profundo y sin quererlo, más sincero.