domingo, 29 de diciembre de 2013



Cuando empezamos algo sabemos siempre que va a haber un final, lo que pasa es que al inicio de cualquier historia ese final parece demasiado lejano. Puedes ser infiel a muchas cosas, es cierto, pero no a los finales. No te ilusiones demasiado con la vida porque estás en compromiso con la muerte. La vida, sin embargo, está llena de etapas y junto con ellas sus respectivos finales y aunque desde el comienzo de todas ellas sabemos que tan solo serán pasajeras, a la hora de la verdad nos cuesta renunciar. Nos cuesta mirar hacia adelante, nos cuesta no volverlo a intentar, nos cuesta quemar las cartas... nos cuesta olvidar. En momentos como este, en el que algo termina, me pregunto que tipo de recuerdos tendré, si mi mente se inventará algo para que lo recuerde más bonito.
Algunos de esos recuerdos son, como diría Íñigo, como una daga, y ya no es que no quieras desprenderte de ellos, sino que no puedes. Cuando todo pasa piensas que quizá todo fue frío y leve, pero sabemos que no.

Si alguien me lee, me despido.
A lo mejor en otra vida todo sale mejor.

ANDRY.