miércoles, 25 de julio de 2012

Tiempo atrás


Lejano señor, hoy entendí el porqué de tu fracaso; eras un pequeño y humilde duendecillo que jamás quiso maldad, pero en estas tierras ya muy extrañas sólo abundan tristeza y venganza.
Muy profundo el silencio quiso de nuevo despertar, y así fue tan sólo el momento en que todos miramos a otro lugar, en que el desván era la nevera y todos piensan: qué demonios habrá allá. Pero sin darme cuenta alguna he llegado hasta aquí, pasando por grandes metas con intención de recuperar mi libertad, así que ni las ganas ni el mudo silencio de los demás me harán ya fracasar. No cesaré ni pensaré en los demás sin obtener algo a cambio. Ya no puedo ofrecer porque no me queda nada, tan sólo un viejo colgante rallado por los cientos de años que han pasado y que se esconden bajo mi piel que no pienso regalar, he llegado hasta aquí, pasando por miles de muertes... y ya ni la muerte desea mi alma.