Cuando el paseo entre la oscuridad de la noche se alarga
solo me siento esclava del paisaje gris. A nadie pertenezco, solo al viento. La
música resuena en mis oídos deseosa de que alguien más pueda escucharla. Pero
no hay nadie. La noche hace que los hombres vuelvan a sus casas y a mi me
incita a salir. Miro el cielo, no hay estrellas en Barcelona… y mis ojos
delatan el resentimiento más profundo y sin quererlo, más sincero.